1/03/2015

Johanna: Capitulo 50

Hola tributos. Bueno... no se si os habéis dado cuenta, pero este es el capitulo 50 de La vida de Johanna Mason, y bueno, quería dedicároslo a todos vosotros, a los que hacéis que esta historia sea posible, ya que seguís leyendo en los buenos y en los malos momentos. (Y en los que tengo imaginación y en los que no) Se que 50 capítulos en una historia, no es algo muy importante, pero es algo, y quiero daros las gracias. Espero que sigáis esta historia durante un tiempo mas, y que disfrutéis de ella, conociendo un poco mejor a Johanna. Otra vez, os doy la gracias. Y aquí os dejo el capitulo 50. Besos! :3



Me desperté en medio de la noche gritando, desorientada. "Estoy en el tren." -Me dije a mi misma. - "Estoy a salvo." Las pesadillas seguían ahí cada noche. Soñaba con Cliff, con Rubi intentando matarme...
Las puertas de mi habitación se abrieron, dejando entrar a un Blight despeinado, con ojeras, y envuelto en un baton azul oscuro. Intente controlar las subidas y bajadas de mi pecho, irregulares, y los espasmos en los hombros.
-¿Otra vez han vuelto las pesadillas?-Pregunto, con voz cansada.
-Nunca se han ido...
Blight se acerco hasta mi cama, y se sentó en una esquina, acariciándome el pelo. Paul, mi hermano, a veces también me hacia eso, y me tranquilizaba infinitamente. Pero esta vez no. Y no es porque fuese Blight. Algo iba mal. Lo podía sentir. Era como una intuición.
-Ya sabes que no se irán... o quizá si, nadie lo sabe. Yo aun no supero mis pesadillas.
-¿Sobre que son tus pesadillas Blight?-Pregunte, y el se quedo mirándome a los ojos, sin responder. Sabia que no le apetecía hablar sobre ello. Centre mi mirada en mis dedos blancos que apretaban fuertemente las sabanas. Decidí cambiar el tema. - ¿Por que te enfadaste con Haymitch Abernathy? Creí que erais amigos.

Blight suspiro, y sonrió de lado. Esta vez, si me iba a responder.
-Hay cosas que aun no puedes saber. Te lo diré. Pero no aun. En el momento adecuado, en el lugar adecuado, lo haré.
-Ya no soy una niña Blight...
-Lo se. Ningún niño podría salir de los Juegos... -Me dedico una sonrisa triste y se marcho.
Pocas veces tenia una conversación así con mi mentor. Profunda, sin acabar odiandole al rato. Blight y yo eramos muy diferentes, y chocábamos. Pero en el fondo, me caía bien. Era algo así como una especie de protector que intentaba hacerse el duro y aparentar que no le importaba nada, pero en realidad, estaba lleno de sentimientos.

No dormí ni un minuto mas en toda la noche. Me quede mirando el frasquito de veneno. Hoy era el día. Hoy llegábamos al Capitolio. Hoy seria mi fiesta en la mansión de Snow.
Había hablado con mis estilistas sobre el tema del vestido. A los del Capitolio les parecía una persona misteriosa, con una energía fuerte. Me habían confesado que algunos me tenían miedo, y otros me veían con futuro de actriz. Ahora, todos creían que mis llantos antes de los Juegos habían sido una actuación. Yo siempre había sido una amenazadora tributo a la que nadie había prestado demasiada atención hasta el momento de la verdad. Genial. Bueno, supongo que eso vendía mas que contar la verdad, como siempre. Así que, para esta ocasión, llevaría un mono negro que consistía en unos pantalones de campana y la parte de arriba, de tirantes, mas ajustada. Llevaba las uñas largas, pintadas de rojo, al igual que los labios. Las puntas de mi pelo negro, las habían pintado también de rojo.
-El rojo es el color de la energía.-Dijo entusiasmada Vibia.
Me maquillaron los ojos de color negro. Tan oscuro, que el color verde de mis ojos parecía resaltar muchísimo.
-Y el verde, es el color de la esperanza.-Prosiguió Vibia.
-Y de tu Distrito.-Añadió Minerva, que andaba cotilleando por los alrededores.

La fiesta comenzó en la mansión de Snow cuando el cielo empezaba a tornarse rojo. Minerva, mi acompañante inseparable, iba conmigo a donde quiera que fuese. Me presentaba a la gente que conocía, me traía copas de bebidas deliciosas, y platos que jamas pudiese haber imaginado. Pero de todas las cosas que había en la fiesta, yo solo estaba pendiente de una. El frasquito de veneno. Lo había metido en un bolsito del pantalón, y pasaba desapercibido. Nadie sabia nada del veneno. Nadie salvo yo. Y nunca lo sabría. Nunca volvería a hablar de ello.
La noche paso rápidamente. Baile con mucha gente. Mucha, mucha gente. Comí hasta reventar. Incluso tome una copa que me hizo vomitar, la cual no sabia que tenia esa función. Y entonces, mientras decidía si probar primero el pato con salsa o la sopa rosa, el Presidente Snow apareció en el balcón, y me dedico un discurso. A mi. Era la hora. Lo que habíamos acordado. Ahora, el único problema seria deshacerse de Minerva. Mire nerviosa hacia los lados, y me excuse. No había sido tan difícil como lo había creído. Me hice con dos copas de un liquido amarillo y burbujeante, y camine por los pasillos de la gran mansión. Me perdí al menos dos veces, lo admito. Pero al final, la gran puerta blanca con las jambas y el dintel llenos de pliegues escalonados, hacia notable que al otro lado se encontraba el Presidente. Pose las dos copas, con manos temblorosas, en una mesa y saque el frasquito de perfume. Eche una gota. Dos gotas. Y al final, el frasquito entero. Era un veneno potente, así que acabaría con el en menos de dos minutos. Suspire. Si algo salia mal, me podía dar por muerta. Mire a los lados, y cogí de nuevo las copas. Entre en la habitación del Presidente.
-Señorita Mason es un placer recibirla. Por un momento pensé que no vendría.
-Lo que digo lo cumplo... -Me senté en una butaca en frente de su escritorio sin preguntar, y deje las copas encima de la mesa. Deje la copa envenenada mas cerca de mi, sabiendo que el no se fiaría de mi. Mas le valía coger la envenenada, no tenia antídoto. Como yo había supuesto, cogió la mas lejana a el. No se fiaba de mi, pero se había equivocado. Hizo amago de llevársela a los labios, pero la separo un segundo antes de beber.
-¿Champagne?-Pregunto. Me encogí de hombros.
-Brindemos.-Respondí.
-¿Por que quiere brindar usted Señorita Mason?
-Por la felicidad de Panem y... su prosperidad.
"Y por su muerte en menos de cinco minutos."-Pensé, y esboce una siniestra sonrisa.
Bebí todo el liquido de la copa, y mire fijamente a Snow, que hacia lo mismo. No podía creer que lo hubiese conseguido, así de fácil.
-Bueno, y ahora... Johanna, deberíamos de empezar a hablar de cosas serias...-Se inclino un poco sobre el escritorio.
Sonreí, y me levante de la butaca donde había estado sentada. Con el brazo, tire las copas y las hojas que había encima del escritorio.
-No hay nada de que hablar Presidente...-Susurre, sonriendo.
El Presidente Snow también sonreía, después de que yo hubiese tirado todo lo de su mesa. Mi sonrisa desapareció. No había ningún rastro de muerte en su rostro.
-Señorita Mason... ¿Cree que no se, que le ha echado veneno a mi copa de champagne?
-¿Que...?
Fue lo único que pude decir antes de que dos hombres vestidos de negro entrasen en la estancia,  me cogieran por los brazos, y me llevaran a rastras hacia la salida.
-Creí que eramos amigos Johanna... Pensé que podría confiar en usted. Que gran decepción.-Dijo Snow, antes de que cerrasen las grandes puertas blancas. Antes de que las cerrasen del todo, vi como me sonreía. Y yo interprete esa sonrisa de una única forma: "¿Pensaste que me ganarías novata? Da tu vida como destruida."



2 comentarios:

  1. ¿Ha intentado matar al presidente? Uy, eso si que es de temer, al leer lo del veneno me he acordado del pasaje de sinsajo donde [Spoiler] Finnick desvelaba sus secretos, entre ellos la razón por la cual este no le afecta[Fin Spoiler] y se me ha colado una sonrisa. Sigue pronto :)

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  2. Hola! La verdad es que puede que me inspirase un poquito en eso. jajajajaja. Johanna se ha arriesgado, y bueno, la verdad es que no la ha salido muy bien. Veremos a ver lo que ocurre. Gracias por leer. Besos!

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