6/25/2014

Johanna: Capítuo 33

Despertar



Abrí los ojos, despacio. Sólo vi oscuridad. Los cerré. Me dolía todo el cuerpo, y la cabeza me daba vueltas. ¿Dónde estaba? Volví a abrir los ojos, y al fin pude lograr ver algo. Un cielo azul grisáceo se cernía sobre mí. ¿Dónde estaba? Me costaba respirar y moverme no me parecía una buena idea. Cerré los ojos de nuevo y esperé unos segundos para abrirlos. No, no era el cielo lo que veía. Era un techo. El techo de mi habitación, en el Distrito 7. Sonreí, y eso me causó una punzada de dolor en las mejillas. Oí un ruido. Un cristal rompiendose y luego pasos.
-Voy a matarte Mason, voy a matarte...
El cabello rubio de Rubi apareció por la puerta. Vestía de negro, y tenía heridas por toda la cara, y una muy profunda en el cuello. Aún llevaba su lanza.
-Atrápala...
Una mano fuerte y cálida presionó mi cuello. De repente puede oler un olor familiar. Dejé de respirar. Alzé la vista para ver a Cliff, y paseé la mirada de el a Rubi, aterrorizada. La chica del 1 se disponía a lanzar su arma. Cliff comenzó a contar una cuenta atrás desde el número cinco. Cuando llego al cero, Rubi lanzó el arma hacia mí. Grité.


Abrí los ojos y tosí un poco, no demasiado fuerte ya que el dolor de mi garganta era insoportable. Mi campo de visión seguía sin ser completo. Vi personas vestidas de blanco, ninguna cara conocida. Intenté hablar, pero mis labios se movieron sin producir sonido.
-Aún no estás preparada.-Fue una voz femenina la que habló. Era suave, y transmitía confianza aunque tenía un acento típico del Capitolio. Sentí un leve pinchazo indoloro en el interior del codo, e instantáneamente se me cerraron los ojos.


Volví a abrir los ojos. Me costó acostumbrarme a la luz de la habitación. Ya no sentía dolor en el cuerpo. Miré a mi alrededor. Tenía unos cables conectdos a mis venas. No pude evitar hacer una mueca. Me levanté de la cama y posé mis pies en el frío suelo. Estaba medio desnuda, tan sólo con una fina túnica blanca que me cubria desde los hombros hasta algo más arriba de las rodillas. Observé detenidamente la habitación blanca, vacía, silenciosa... Ya no estaba en los Juegos. Era la ganadora.
Era la primera vez que lo pensaba desde que había salido de la arena. Una puerta se abrió. Blight, mi mentor, apareció. Vestía con un traje beige, y una barba de pocos días le cubría el rostro.
-Hola...-Susurró.- Tengo que reconocer, que tu victoria me ha sorprendido...
Asentí. Las palabras no salían de mi boca por más que lo intentase.
-Tus estilistas están deseando verte. Tienen un traje muy adecuado para ti. Deberías de verte al espejo, estás irreconocible. Has cambiado mucho desde que te vi por una pantalla.
Alargué mis brazos y miré mis manos, esperando encontrar los dedos flacuchos que había visto días atrás. Pero ya no eran tan delgados como en los Juegos, ahora estaban normales, como cuando cortaba troncos en mi Distrito. Ya no había arañazos, ni sangre entre mis dedos, se habían curado las heridas...
-¿Puedo verme en un espejo?
Blight asintió y se acercó a la pared que estaba en frente de mi. La toco con la palma de la mano, y esta giró por paneles, convirtiendose en un espejo. Me vi. Parecía una chica normal y corriente, como si nunca hubiese asistido a esa carnicería.
-No parece que haya cambiado mucho...
La pared volvió a girar, y los espejos desaparecieron.
-No dirás lo mismo cuando Caesar te muestre las escenas de los Juegos en las que tu apareces.
Lo había olvidado. En la entrevista, tendría que volver a revivir mis Juegos. Blight me tendió una mano y yo se la di. Me ayudó a ponerme de pie y a mantener el equilibrio.
-Ahora te llevaré con tus estilistas, pero antes, tengo que hablar contigo de una cosa muy importante que probablemente cambie tu vida al completo.
-¿El que?-Mi voz era áspera, y parecía un susurro.
-¿Recuerdas que para el Capitolio eras la niña que lloraba? Esa niña murió. Ahora eres Johanna Mason, ganadora de los Juegos del Hambre. Eres salvaje, cruel, y no te importa nada. Mira a todos con la cabea bien alta. A todos. Haz que piensen que estabas actuando.
-Pero yo no soy así...
-¡Me da igual! Haz que lo piensen. Nadie te creerá si sigues siendo una debilucha. Ahora eres fuerte. Actúa como si fueses la persona más importante del mundo. Hazlo, o lo que te ha pasado en los Juegos no será lo peor.
Tragué saliva y asentí inconscientemente. No sabía de lo que Blight hablaba, pero me daba miedo.

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